viernes, 27 de septiembre de 2013

UN NUEVO BARCO EN AMERICA




Hernán Cortez y Freíd el locuaz.

    ¡Mi Señor Hernán! ¡Mi Señor! ¡Se nos ha acabado el agua!

    ¿Por qué dice eso marinero? ¿Qué no es que nos encontramos en mar abierto? ¿Me está usted tomando el pelo?

    ¡Lo siento mi Señor! Es que ya hemos llegado a tierra.

    ¡Tierra! ¿Dice usted?

    Si mi señor, lo acabo de confirmar con mis propios ojos.

    ¿Me está usted tomando el pelo marinero?, pero si usted es tuerto de un ojo y con el otro apenas puede ver.

    ¡Señor y usted es calvo, usa peluca y un sombrero!

    ¡Es una expresión marinero! ¿Acaso quiere ser lanzado por la borda?, Esos tiburones se lo comerían en un santiamén.

    ¡No mi señor!, tengo una familia que alimentar.

    ¿Me está usted tomando el pelo marinero?, lo conozco de hace varios años y se que en España no tiene a nadie que lo espere. Así que no me venga con sandeces. Mejor dígame ¿Cómo está el clima allá afuera?

    Pues parece que esta como santa petra de los aparecidos, pero se va a poner como la Reina Isabel.

    ¿Cómo santa petra de los aparecidos dice usted? ¡Que no me venga con sandeces le he dicho! ¡Explíquese!

    Pues esta ¡Espantoso!, pero en poco tiempo se va a poner muy bien.

    ¡Más respeto marinero! ¡Más respeto!, ¿Cómo se atreve a comparar a la Reina Isabel con el clima?, esa mujer es ¡exquisita! ¡sublime! ¡esplendorosa!, no hay nadie como ella. Valla a traerme algo que comer, que toda esta charla me ha abierto el apetito.  ¡Ahora!

    Pero ¡Señor!, ¡Se nos ha acabado la comida!

    ¿Me está usted tomando el pelo marinero?, pero si no traemos a una tripulación numerosa y zarpamos con toneladas de víveres, ¿Cómo es posible que se nos allá acabado la comida?

    Señor, recuerda que en la isla anterior usted me dijo, “Tenemos que aligerar la carga, alimentad día y noche a toda la tripulación” cuando nos bebíamos el último trago de su botella especial de vino, hecha con las mejores uvas de toda España.

    ¿Me está usted tomando el pelo marinero?, pero si será usted ¡imbécil! Yo dije que “Teníamos que conservar la carga, que aguantarais día y noche la abstención”, ¡Valla a traerme algo que comer! ¡Ahora!

Y ahí iba, el locuaz freíd, andando por la isla, buscando algo que comer, adentrándose mas y mas hacia el fondo de la selva, solo con su valentía y sus miedos. ¡Vaya! que su cara reflejaba más miedo que valentía. Cuando de pronto se mira perdido entre la selva.

    ¿Por qué?, ¿Por qué me pasa esto a mí? ¿Pudiendo pescar algún tiburoncito, algún cangrejo o una ballena? He tenido que perderme en esta selva, que triste mi condena.

De pronto escucha que algo se mueve entre las plantas, se asusta tanto, que de valiente ya no le quedaba nada. Sus piernas temblaban, sus manos parecían maracas danzantes, su cara se había puesto más blanca que la bandera de la tregua y de pronto la tripulación escucha un grito, don Hernán se asusta y decide ir por él con la valentía que lo caracterizaba.

    ¡Arribad! El ancla, mis marineros, hoy descansaremos en tierra firme. Pero primero iremos en busca de mi marinero perdido.

   ¡Freíd! Gritaba don Hernán, cuando se da cuenta de una insólita y     vergonzosa verdad…

No hay comentarios.:

Publicar un comentario