jueves, 31 de octubre de 2013

EL PLAN DE LOS INOCENTES

Prisioneros de guerra españoles en un Stalag, campo de concentración Berlín. 


Tres o nada

Dispuestos a proclamarse libres, a salir a caminar como el sol va por el campo, despreocupado de todo aquel dedo deseoso de taparle. Opacando las cadenas, los encierros y las sombras. Dispuestos y tan llenos de valentía, así se sentían aquellos prisioneros de guerra en la cárcel de Stalag Luft, Berlín. Eran las tres y media de la tarde cuando aquel personaje  alemán hacía presencia en aquel campo gris, el comandante “Burke Truhan “encargado de mantener a los prisioneros cautivos. Quien daría la noticia a sus subordinados del cierre de  aquella prisión y la ejecución de más de doscientos prisioneros en menos de diez días. La informacion se filtro a todos y cada uno de los carceleros. Algunos con ciertos apodos puestos por los presos, por su alta capacidad de mortandad entre la población cautiva. Como todos bien sabemos eran épocas incorruptibles y despiadadas. Aunque la mayoría de los presos no eran afines al idioma alemán, había ciertos personajes que se mostraban hábiles para entender el lenguaje.
Antonelli Beltrán era un destacado profesor en España junto con Fidelio Donato quien asistía como consejero político antes de la gran guerra. Ellos lograron traducir informacion valiosa que les valió para hacerse de un gran plan para escapar de aquel  cautiverio. Lograron empatía entre los presos, finalizando con el liderazgo de más de doscientos personajes. El objetivo era con obviedad, escapar en menos de diez días teniendo en cuenta tres estaciones intermedias. Haci que el plan fue cavar un túnel y dos más de reserva. El primer lugar por el que tendrían que pasar seria por la separación del sitio en donde se quedaban hasta el sitio en donde residían los carceleros, unos cuatro metros después, pasarían por las estaciones de vigilancia y de cinco a ocho metros, para pasar el obstáculo final y llegar hasta el bosque. Todos sabían que sería un arduo e incesante trabajo. Que dado el caso de que fallaran, costaría la vida de todos. Había carceleros apostando en crueles actos de humanidad sobre los prisioneros.  Asesinaban por los menos de 4 a 5 al día. Ya no importaba quien era el siguiente o no, siempre eran al azar, lo que realmente importaba era el cavar más de prisa cada hora.
Los túneles recibieron nombres así como niveles de importancia. Tom, Dick y Harry. Tom resulto ser el túnel de huida principal, a este dedicaban la mayoría del tiempo, prisionero que no estuviera a la vista de la vigilancia alemana, debía por su propia vida, estar cavando en Tom. Harry era un túnel de reserva, era de casi la misma prioridad que Tom, pero al contrario de ser un túnel para huir lo utilizaron para almacenar herramientas, tras el descubrimiento del túnel principal, Tom. Desde ese momento todos se concentraron en Harry. Dick fue el de menor prioridad, el túnel sacrificado como distracción en caso de que se sospechara que se estuviera cavando una salida y así lograr desviar la atención alemana de los otros túneles. Los prisioneros ante tal desesperación lograron acabar el túnel Harry a los nueve días. Esa misma noche inicio lo que conllevaría la fuga de más de doscientos prisioneros, aunque se encontrarían con algunos percances en el camino, como el fallido calculo de distancias entre el sitio en donde se encontraba la vigilancia y la barrera que conducía al bosque. Eso tuvo lugar a un mal desarrollo en la huida y pronto resultaría evidente que no escaparían la mayoría de los involucrados en aquel plan de escape, si no un poco menos de la mitad. Apresurados en arrastrarse por aquel túnel para conseguir su salida, se encontraron con el supuesto problema de que no se había cavado lo suficiente para lograr salir. Se reunían uno tras otro en aquellos puestos de vigilancia, escondiéndose de la vista alemana. Aun siendo unos pocos se armaron de valentía, dejando atrás a los demás que seguían saliendo por Harry. Los Desesperados por salir de aquel cautiverio, dieron la señal para emprender la huida, en la cual lograron salir los que se escondían debajo de los puestos de vigilancia. Hubieran logrado salir aun mas que esa cantidad, pero tras el descubrimiento de algunos presos corriendo conllevo a los carceleros al descubrimiento del túnel Harry y a la captura de algunos fugitivos.
En la historia se cuenta que por mandato de Hitler, se decidió ejecutar a cincuenta de los participantes en aquel plan y aunque las versiones hayan cambiado tras el tiempo y no lo parezca, siempre habrá una verdad que nunca cambiara y es que la chispa de la supervivencia de cualquier persona explota en el momento de saber cuando acabara su vida. 


Nota: (Esta Historia es una distorcionada a la real de Stalag Luft III) 




viernes, 25 de octubre de 2013

UN VIAJE IMAGINARIO: EL CUARTO DE DAVID.




El cuarto de David

Desde hace dos semanas note que David se había puesto triste, en el desayuno solo jugaba con la comida, casi no comía, le pregunte que le pasaba y me contesto “ nada” , así que lo deje pasar por el momento. Si no me quería contar ya encontraría la forma de que lo hiciera. A David antes le gustaba tocar mucho el piano por las tardes, ahora solo miraba televisión por horas en aquel sillón. ¡David! Le dije: hace días que no tocas el piano ¿Te pasa algo? — Me pasa nada — me contesto y sonrió muy encarecidamente. Esa vez la volví a dejar pasar. El fin de semana pasado le dije — ¡Oye! ¡David! Baja de tu habitación, hoy yo invito el cine. Generalmente David me contestaba rápido, con un ¡Ya voy! ¡En un momento bajo! ¡Está bien!, pero esta vez ni siquiera se esforzó para decir palabra alguna. Volví a decirle ¡David! ¡Anda, vamos! Veremos la película que tú quieras. Al no contestarme presumí que se había ido a la cama temprano. Y me dirigí a su cuarto para verificar, hace tiempo que no entraba en aquella habitación, solo le ordenaba a David que la limpiara y ahí acababa mi deber. Al acercarme escuche la voz y los pasos de alguien más, voz que no había reconocido en ese instante. Al abrir la puerta me encontré con un mundo que no conocía. Di algunos pasos, asombrado de lo que estaba viendo. No era la  habitación de David, aquello era el principio de un bosque, intente dar la vuelta para salir de ahí, porque me parecía una completa locura, pero la puerta por la cual había entrado ya no existía. Tenía que buscar a David inmediatamente, en ese momento escuche claramente la voz de alguien.

— ¡Oye! ¡Quítate de encima! No ves que soy una piedra sensible. — ¿Una piedra que habla? Dije asombrado — ¡Que acaso no habías visto una nunca! — Si pero jamás una que hablara. ¡Increíble! — Pues te tengo noticias amigo, aquí todos hablan, desde las piedras hasta los animales, así que si piensas en hacer daño a alguien te la veras con ¡El gran David! — No te preocupes yo solo estoy buscando a una persona. ¿El gran David dices? Y tu ¿Sabes dónde puedo encontrar a el gran David? — Claro, en este momento se encuentra en el monte de los recuerdos. — Y ¿Cómo llego hasta ahí? ¿Podrías guiarme? ¡Por favor! — Está bien, no es como si tuviera cosas importantes que hacer, pero me tendrás que llevar arriba en tu cabeza, parece algo cómodo.
— Esto es una locura, no puedo creer que mis planes de ir al cine se hayan convertido en una excursión por el bosque para encontrar a David y aun mas que este siendo guiado por una piedra, que aparte de hablar, canta.

“Las piedras rodando se encuentran,
Y tú y yo algún día nos habremos de encontrar,
Mientras tanto cuídate y que te bendiga dios,
No hagas nada malo que no hiciera yo “
(Canción: El tri – Piedras rodantes)
Cantaba aquella piedra tan despreocupada de que se me ocurriera dejarla en cualquier lugar y seguir solo.
En fin caminando por el bosque me encontré aquel árbol que solía visitar con la mama de David, cuando el apenas era solo un bebe. Lo habrían cortado tiempo después para construir un edificio industrial, lamentablemente. Me acerque un poco y me di cuenta de que en el estaban grabadas unas palabras que yo conocía muy bien, el nombre por el que su mama lo llamaba cuando era bebe “Mi pequeño gigante “. Jamás se lo había dicho ha David, después de que su mama falleciera. En lo alto del árbol se escuchaba el silbido de varios pájaros que rompiendo la armonía de su canto, ya que empezaron a volar gritando unos con otros “Ya viene”… ya viene… ya viene, el sonido del eco se oía por todo el bosque. La piedra que llevaba en la cabeza había desaparecido, como también las palabras en aquel árbol. El viento se movía a prisa, las hojas de los arboles sonaban como cascabeles enjaulados. En ese instante mire que venía corriendo hacia mí un enorme jaguar dorado, increíblemente conocido también como “Ru“. Lo sabía porque yo le había puesto ese nombre, tiempo atrás cuando David cumplió tres años. Inmediatamente me aparte pensando que me tiraría si no lo hacía, pero se paro enfrente de mí y me dijo, “Sube a mi espalda, si te quedas desaparecerás con todos los demás “, no me quedo otra opción que hacerle caso, puesto que el bosque atrás de nosotros estaba esfumándose como fantasma. Y ahí iba yo, a toda prisa, en la espalda de un jaguar. Después de un rato le pregunte.

     — ¿Sabes cómo llegar al monte de los recuerdos? Estoy buscando a el gran David, sería de gran ayuda si me lo podrías decir o guiarme hasta ahí.
       —    El monte de los recuerdos acaba de desaparecer, junto con la mitad del bosque del olvido, el gran David se encuentra ahora mismo en el rio de las promesas, te puedo guiar si quieres, pero es un viaje largo, realmente largo.
       —    Te lo agradecería demasiado Ru, ese es tu nombre ¿Cierto?
       —    ¿Quién te lo ha dicho?
       —    Te sorprendería saber quién te lo puso.

Saliendo de aquel bosque, nos encontramos con el principio de unas ruinas, que parecían extensas en ese momento.

    —    ¿Qué es este lugar Ru? Le pregunte.
     —    Aquí son exiliadas las promesas que no se cumplen, las palabras y los recuerdos que hieren. Aquí nacen y aquí mueren. A este lugar le llaman “La cárcel de las heridas “. Hace poco se liberaron algunos recuerdos, no se por cual motivo, pero no debieron de haber salido. Ahora todo esto es un caos. Desde entonces el gran David ha estado ocupado con un recuerdo vagamente. No tiene forma, ni siquiera nombre, pero para el significa mucho más que cualquier cosa. Y tu ¿Por qué lo estas buscando?
     —    Porque me preocupa el hecho de que ni siquiera el sepa en donde se encuentra. De que se pierda y ya no lo vuelva a ver. Espera Ru ¡Para!...
      —    ¿Qué pasa?
      —    Hacia donde lleva ese camino que acabas de pasar.
      —    Hay caminos que ni siquiera yo conozco, ¿Acaso tu ya has estado aquí anteriormente?
      —    No, es solo que me pareció algo conocido.
     —    Ya casi llegamos a el gran cañón de la fantasía, una vez que estemos ahí podrás ver a lo lejos el rio de las promesas en donde se encuentra el gran David, solo tendrás dos opciones, esperar a Sara el águila o bajar el cañón por ti mismo.
      —    ¿Por que me dices esto? Acaso ¿No iras conmigo?...
      —    No se me permite avanzar más allá.

Ya había pasado cierto tiempo desde que entre en el cuarto de David y mi reloj no avanzaba y por alguna extraña razón el camino atrás de mí desaparecía. Jamás creí que podría volver, tenía la esperanza de que tal vez me encontraría una salida más adelante. Ru parecía estar cansándose de llevarme en su espalda, así que cuando le pregunte que si necesitaba descansar, dio un salto enorme y de repente, ahí estaba, enfrente de nosotros, el gran cañón. Me baje de Ru de inmediato para observar el paisaje, la vista era increíble, a lo lejos se podían ver las montañas, el final del bosque y el comienzo del rio, mas allá se podían mirar algunas islas y el océano tan resplandeciente e infinito, era algo realmente hermoso. Cuando voltee para darle las gracias a Ru, este ya se había marchado. Mi meta todavía estaba muy lejos, aun tenía que pasar por varios lugares y el gran cañón parecía ponerme en un serio dilema, ya que al parecer no tenía ni idea de cómo cruzarlo. En ese momento, así de improviso, dos pequeños topos salieron de la tierra, elevando un poco mi pie derecho y de repente me empezaron a hablar.

      —    Mira. Mira. ¿Quién es? ¿Quién es? Lo conozco. Lo conozco. Ru lo trajo. Ru lo trajo.
    — ¿Quiénes son ustedes? Les pregunte. Me parecen conocidos. Acaso no son los topos que David me dijo que le comprara en el zoológico, ¿Cómo es posible que estén aquí? ¿Ustedes me podrían ayudar a cruzar el cañón?
     —    Cañón se pasa volando. Cañón se pasa volando. No tiene alas. No tiene alas. El águila ayuda. El águila ayuda.
      —    ¿Acaso hablan de Sara el águila?
      —    Ya viene. Ya viene. Ya viene. Ya viene.
      —    ¿Quién viene?


En cuanto pregunte, aquellos topos se sumergieron con gran rapidez debajo de la tierra y no volvieron a salir. En el cielo se escucho el grito de una gigantesca águila. No tenía a donde correr, ni donde esconderme. Las dos opciones que Ru me había dicho que iba a tener eran ciertas, no sabía si aquella águila me devoraría o si sería una guía más hacia David. Cerré los ojos y preferí caer por el cañón. El águila ya me había mirado, en caso de que fuera a ayudarme me llevaría con ella como lo hizo Ru, si fuera a devorarme me despedazaría en el aire con sus garras. Una vez que brinque, al momento sentí caer sobre algo, era un águila, pero a esa águila yo ya la conocía no por el nombre de Sara, si no por el nombre que David le puso al ver que se miraba muy triste enjaulada en aquel zoológico, esa águila era Lola. Desde ese momento supe el lugar en donde me encontraba, supe que me había sumergido en la imaginación de un niño de tan solo cinco años, mi hijo, David.


UN VIAJE IMAGINARIO: El CUARTO DE DAVID
UN VIAJE IMAGINARIO: EL VIGILANTE DEL BOSQUE.
UN VIAJE IMAGINARIO: ALCANZANDO A DAVID.
UN VIAJE IMAGINARIO: DESPUES DE EL GRAN VIAJE.

jueves, 17 de octubre de 2013

Alegre Paralelo



Pasos de Pensadores

En mi mundo…
   ¡Hola don Beto! ¿Cómo esta?—
   Cada día más sabio hijo, ¡Cada día más sabio! ¿Qué vas a llevar hoy?—
   Pues… deme una cartera de huevos, dos panes y un refresco. ¿Cuánto seria don Beto?
   A ver, serian… tres versos empapados de ocurrencias de Neruda, una canción llena de razón y dos poemas.
   ¡Ay! Don Beto, le voy a deber un poema, es que ayer no tuve tiempo de ponerme a escribir, estuve leyendo mi quinto libro en este mes, muy interesante por cierto, pero más tarde se lo paso a dejar, ¿Está de acuerdo?
   Está bien, lo esperare con ansias y también espero saber de ese libro cuando lo termines.

Y la vida cotidiana era otra, en mi mundo la única moneda era el pensamiento, los niños empezaban a leer desde muy temprana edad, desde los dos años. Se les enseñaba desde el abecedario hasta sus primeras oraciones. Lo unico por lo que se peleaba en mi mundo era por saber más cada día, se valoraba el pensamiento, influía de forma significativa en las personas, estas eran libres de expresarse y la violencia no era otra si no la que verbalmente ocurría en ciertos casos de desacuerdos. Quien llegaba a ser presidente de la nacion, sabía informacion desde la más atiborrada colmena de abejas, temas como el significar del universo, el contexto de la familia, teorías de la salud, el mundo de las matemáticas, el placer de la poesía, entre arquitectura y agricultura, el diseño complejo del cuerpo humano, las formas de vida extra normales, desde ejercer con gran sabiduría su cargo, hasta como se arma un simple aparato domestico.
No existían los oprimidos y la ignorancia era muy escasa. La esclavitud, esa no estaba ni en el diccionario ni en la historia misma. Con cada árbol que se cortaba, se plantaban cinco mas, y de este por lo menos se sacaban de 4 a 7 libros, sin excepción. La música era tan sublime como la literatura misma, quien no leía, no comía, así de simple. Las bibliotecas se atiborraban de gente por las tardes y por las noches hasta las luciérnagas se apegaban a las ventanas para hacer crecer su intelecto. En mi mundo demostrar tu cariño, se hacía recitando tus mejores escritos, frases, poemas, canciones, observaciones, formas de ver la vida, opiniones, ya no era suficiente con un te quiero o un abrazo. Reír era esencial y cotidiano, quien reía de la vida misma, era afortunado.  Quien escribía y no solo leía, era más afortunado aun. “Las personas mayores morían de sabios y no de viejos“, La televisión, la comunicación, toda la informacion era cultura educativa, los parámetros decían que era muy buena para el desarrollo del pensamiento. Todos esos medios incitaban e invitaban a ser mejor persona, y a llegar más lejos cada día. “El hombre que es capaz de pensar por sí mismo sin motivarse por la opinión ajena, sin más que su juicio y su discernimiento para elegir lo mejor para sí y los suyos, es capaz de romper las barreras del cielo y llegar mas allá de donde su vista puede observar “. Los más sabios alcanzaban las mejores posiciones, estos leían y escribían demasiado sobre infinidad de temas, utilizaban la imaginación en más de un cien por ciento y carecían de una pizca de aburrimiento. Las personas con menos recursos eran las que leían menos, pero no se quedaban atrás, eran ingeniosas y decididas, para lograr tener un mejor futuro. En mi mundo practicar la medicina era espiritual, se había alcanzado tanto el progreso de problemas como el hambre, la indulgencia, enfermedades indescifrables, problemas de desigualdad y la inconsciencia que se tenía hacia el planeta, se había hecho consiente en todos sus aspectos. En mi mundo tu para mi eres poesía, algo de lo que tengo que escribir día a día, eres mi inspiración, mis ganas de levantarme y desvelarme hasta matar mis ideas. En mi mundo y también en este mundo… a pasos de pensadores, vamos caminando.

Inspirado en frases de:
   Rabindranath Tagore: “ Llevo en mi mundo que florece, todos los mundos que han fracasado”
   Ludwing Wittgenstein: “Los limites de mi lenguaje son los limites de mi mundo”
   Mahatma Gandhi: “Dios no ha creado fronteras. Mi objetivo es la amistad con el mundo entero”

martes, 15 de octubre de 2013

Una mirada triste



Mi buen amigo

No me mires así  
¡Por favor! Mi buen amigo
Que no se decir que no,
Como siempre digo.
Te he visto crecer
Desde hace tiempo
Me has brindado tu amistad,
En los verdaderos momentos.
No me mires así ¡Por favor!
Que mi corazón se arruga
Y mi alma entristece
Al ver aquel dolor,
Y toda esa rabia
Que estremece
No me mires así ¡Por favor! Te digo
Que mis manos tiemblan,
Al sentir tu miedo
Y mis pies descalzos
En el escalpelo
Ya no dan pa’ mas
Que ha llegar
En velos.
No me mires, ya no ¡Por favor!
De esa forma tan letal
Que tienes al verme
Con aquellos ojos de cristal.
Atrapados en una reja inmensa
Que se adhiere a tu piel
Como el amor
A un grandioso ser.
No me mires, ya no ¡Por favor!
Que me vuelve susceptible
Y bondadoso
Fiel, senil y cariñoso
Encimado en un sillón
Atrapando aquel dolor
Que te ha dejado el abandono
De tu más querido amor.

lunes, 14 de octubre de 2013

Y Tu ¿Que quieres ser de grande?

Distrito de Faisaliah, Jeddah, Afganistan.
Foto tomada el pasado 31 de enero de 2010 por Pepe Cabrera.

Dos Apuestas

Fernandito y Gustavo.

—Oye Fernandito ¿Tu que quieres ser de grande?— Yo… Como el abuelo ¿y tú?
— Como papa. ¿Y porque como el abuelo? Pregunto Gustavo— Tan solo mira aquella sonrisa… es muy feliz, a veces me pregunto si al menos llegare a su edad. ¿Y por qué quieres ser como papa? Pregunto Fernandito. — Papa es increíble, tiene tiempo para trabajar, comer, dormir, soñar, jugar conmigo y con mama, hasta para pensar en lo que no ha hecho— Pero eso solo los fines de semana por lo que me has contado, porque entre semana está muy ocupado. — Pero es el mejor tiempo que paso con él y lo aprovecho, porque sabes, cuando lleguen a llamarlo abuelo, sé que no tendré oportunidad de volver a hacer las cosas que hacemos ahora, tan solo reírnos de los recuerdos— En eso tienes razón, aunque ser abuelo no es tan malo, ¿Sabes que me ha contado el abuelo en todo el tiempo que he pasado con él? — ¿Qué? ¿Acaso el sabe que la luna no es de queso? Pregunto Gustavo— No seas ingenuo, todos sabemos que la luna es de queso, y que ahí es el cielo de los ratones, lo sé porque me lo dijo el abuelo. Cuando era joven, dormía tarde, escuchaba Rock & Roll, se dejaba crecer el pelo hasta parecer un ¡OSO ENORME! y su comida favorita eran las hamburguesas. ¡Que vida la del abuelo! Aunque también me ha contado que no todo eran risas y felicidad. Tambien tuvo que pasar sus momentos malos. — ¿Ah sí? ¿Cómo cuales? — Como la perdida de mi abuela, eso marco su rumbo durante algunos años. Un día se dio cuenta de que miraba a la niña que me gusta y me dijo “Fernandito si alguna vez te llegas a enamorar de una chica, amala hasta que tus huesos se quiebren, hasta que el mar de toda la tierra se seque y hasta que el Rock & Roll deje de ser vida para tus oídos, hasta entonces sabrás que la amaste con todas tus fuerzas” — El otro día mire a papa que estaba revolviendo algunas cosas de aquellos cajones que él tiene en la sala, supuse que estaba buscando unos documentos del trabajo, pero se encontró con unas fotos, me acerque a ver de quienes eran… ¿Yo también quiero ver papa? ¿Quién es este señor que está aquí? Le pregunte. ¡Mira Gustavo! Me dijo con una tristeza en los ojos, este es tu abuelo, falleció ya hace algunos años, antes de que nacieras. — ¿Y tu que le dijiste Gustavo? — ¿Qué era lo que más recordaba del abuelo? Y me dijo que casi no pasaba tiempo con él, porque se la pasaba trabajando o descansando y al final del día no quedaba más tiempo para nada. Me dijo “Sabes Gustavo, me hubiera gustado pasar más tiempo con mi padre, aunque fuera en momentos breves, eso me habría hecho muy feliz. Sé que no paso mucho tiempo contigo, pero cuando estoy me siento muy feliz “Y me dio un abrazo, y sé que nunca voy a olvidar ese abrazo, ni el poco tiempo que paso con él— Tu quieres tanto a tu padre como yo a mi abuelo, me pregunto si tienen idea de que queremos ser como ellos. — Mira Fernandito, estoy seguro de que cuando crezca voy a querer ser muchas cosas, pero hoy te puedo decir… Que quiero ser como mi papa.

domingo, 13 de octubre de 2013

Grimm “Verdugo"



 Grimm y Wein.


— ¡Asesino! Pagaras por lo que has hecho, ¡Asesino! — Gritaban los habitantes del pueblo de Faraday, nueva Escocia. Acusantes, disociados y estruendosos se reunían en aquella plaza para presenciar la tal esperada ejecución, de uno de los prisioneros con mas cargos en muertes que se había visto en aquel tiempo. Todos lo conocían por “El cazador solitario”, otros por “Doren el despiadado”. En el traslado del calabozo a la tarima, no se hicieron esperar aquellas manos deseosas de desquitar la furia con rabia que le tenían, aventando cualquier cosa, desde piedras, madera, saliva y la gran mayoría burlas y acusaciones. 

En aquella misma tarima, en donde aquel verdugo lo esperaría con un hacha muy afilada, se encontraba el juez tan renombrado de la iglesia “San Víctor de la Cron”, el cual daría unas palabras antes de la ejecución. Una vez trasladado a la plaza, lo dirigieron al aposento de los sentenciados a muerte. Y ahí iba, subiendo las escaleras, paso a paso, a sabiendas de su destino, observando la mirada de aquel verdugo, tan fría y calculadora. Una vez colocado en el madero de ejecución, el silencio inundo la plaza, con una señal de manos de “San Víctor”. —Hoy daremos justicia divina a esta abominación, a este demonio que se ha manchado de sangre con la vida de nuestros hermanos. Hoy será purificado y llevado a la presencia de nuestro dios divino…— Derrepente el estruendo de la voces acallo todo silencio en la plaza, para proclamarse con palabras como — ¡Asesino! ¡Mundano! ¡Demonio! ¡Inmundicia! ¡Tirano! ¡Muere!— Señal que dio inicio al verdugo para prepararse con aquella hacha que haría justicia ante la mirada de todos los habitantes de Faraday. Tomo una sandia, la puso sobre un banco, agarro el hacha y comprobó que el filo fuera el correcto. El suceso inevitable había llegado, se acerco al madero y como un ritual pronuncio “Nadie es más justo que dios, ni más piadoso que esta hacha”, calculo trayectoria y de un empujón letal, corto la cabeza. 

A si sin más con un trapo, limpio aquella arma letal y manchada de sangre que llevaba en las manos y se dispuso a retirar aquel cuerpo de las tarimas junto con la cabeza tirada. La plaza se desalojo en unos cuantos minutos y los habitantes de Faraday volvieron a sus actividades cotidianas. Al momento de tener que tirar aquel cuerpo al pozo, recordó que tenía que llegar a casa temprano para recoger unas herramientas y a su vez llevarlas a reparar con el herrero. En el camino ya no era aquel verdugo frio y calculador, el nombre de aquel hombre era “Grimm”, tenía una esposa y un hijo que ya había alcanzado la mayoría de edad, “Wein”. A su vez Wein trabajaba trasladando en el campo sacos de semillas para sembrar de diferentes procedencias, cosa que dejo de agradarle desde hace algún tiempo, y el cual estaba decidido a dejar por alguna otra cosa que le causara menos esfuerzo. 

Cuando Grimm se dirigía a su casa, se encontró con su hijo, al cual saludo y bendijo, para después desearle una muy buena jornada laboral, ya que se dirigía a trabajar, despidiéndose con un abrazo. Daba pasos a tras pie, uno con otro, apresurándose sin perder segundo alguno ya que era un camino realmente largo a casa. Alcanzaba a ver el portón de su hogar desde aquel camino y poniendo más empeño dio la carrera para llegar. Cruzando el portón, acercándose a  la entrada, enseguida abrió la puerta, descubriendo a aquel par de agitados y lívidas personas recreando el acto amoroso con tal lucidez y despreocupación en aquel lujurioso hogar. Que mala suerte la de Grimm, quien habiendo trabajado tanto para sostener a aquella familia cariñosa, unida y feliz, no se iba a dar el gusto ni por poco de ser engañado de esa manera. Así que tomo el hacha que llevaba en mano, y con un acto brusco ataco al acompañante de su esposa, cortándole un brazo y después la cabeza, al instante se volvió con su esposa y con un movimiento letal, acabo con el que sería su último grito de vida. Metió los dos cuerpos en sacos de alimentos y permaneció ahí hasta el anochecer. A Grimm ya no le causaba ningún tipo de culpa el asesinar a las personas, que a juzgar por el, se lo merecían y ante todo lo llamaba justicia divina. Tomo una carreta de las que tenían para trasladar víveres desde distancias largas hacia su casa y se dirigió a Faraday. Una vez ahí, tomo camino hacia el pozo en donde Grimm arrojaba los cadáveres guillotinados, el cual para él era como un cementerio de asesinos y crueles personas. Realmente pensó que todo había acabado, sentía un alivio al saber que nadie encontraría ahí a su mujer y a su compañero. Nadie cruzaba por ahí a esas horas, por lo cual nadie se daría cuenta, sin embargo la mala suerte de Grimm no acababa ahí. Tres personas las cuales lo conocían lo miraron ir con su carreta en esa dirección, lo siguieron y observaron que dejaba algo en aquel pozo y apresurado huía de aquel sitio, el jamás se dio cuenta. Cuando se dirigía a su casa, pensaba en decirle la verdad a su hijo y esperaba realmente que este entendiera. Su hijo no llegaría a casa hasta después de dos días. 
Claramente no llegaría a verlo, ya que este seria descubierto a la mañana siguiente, cuando los cuerpos fueran expuestos y reconocidos ante la multitud. 

Por la tarde fue sentenciado irónicamente a muerte tras lo que había hecho. “San Víctor de la Cron“sabía que Grimm era el verdugo aquel, que un día eligió para ser tal y cual servidor de la iglesia y el pueblo, puesto que su identidad nadie la conocía, excepto el, mando a llamar a el verdugo sucesor. El llamado fue en vano ya que este había muerto meses atrás de una enfermedad, haci que se corrió la voz para tomar el puesto de Servidor de la iglesia y el pueblo, (que realmente era el ser verdugo, pero a nadie le gustaba ser nombrado de esa manera, ya que si algún familiar de las personas sentenciadas a muerte se enterara de quien era el autor de dicho suceso, en dado caso no sería tan seguro para este), a los aldeanos a las afueras de  Faraday, puesto que era necesario, que no fuera a ser reconocido fácilmente. Paso un día y llegaron varios a presentarse por aquel puesto, que tenia ciertos beneficios para su familia. Al siguiente día concluyo con la persona elegida para ser el nuevo verdugo.

Y ahí iba Grimm, recibiendo lo que un día dio, directo a aquel madero tan familiar, con aquella hacha, la cual un día uso para hacer justicia con sus propias manos. El pueblo y las protestas no se hicieron esperar, reuniéndose en la plaza principal, para dar inicio a aquella ejecución — ¡Asesino! ¡Te quemaras en el infierno! ¡Muerte al inmundo! — y demás.

Subiendo por aquellas escaleras, recordó a varios con los que se había hecho justicia, “La bruja de Faraday” “El Cercenador ““El Vendedor de almas” “El triste hablador” “Doren el despiadado”, entre otros. El se había ganado uno de esos sobrenombres, le llamaron

“Grimm el justo”, un sobrenombre peculiar dado a que era un fomentador de la justicia entre algunos de los habitantes de Faraday. “San Víctor de la Cron” ya lo espera en aquel sitio, para dar algunas de sus palabras. — Hoy actuaremos en justicia divina para este asesino, el cual ha actuado de su propia mano para quitarle la vida a dos personas inocentes— Todos los que subían en estado de sentenciados, absolutamente todos aceptaban su muerte, nadie protestaba, ni se defendía, el primer caso de rebeldía hacia la iglesia se dio con Grimm, al protestar diciendo — ¿Y que no hice yo la misma justicia divina que usa la iglesia? ¿Acaso no actúan de su propia mano asesinando a otros en nombre de su dios?, pueden quitarme la vida hoy, pero llegara el día en que su justicia divina no sea tan justa con ustedes. — Silencio Blasfemo, hoy conocerás a nuestro dios y su divina justicia— Los gritos de los habitantes no se hicieron esperar ¡Blasfemo! ¡Demonio! ¡Asesino! ¡Cortadle la cabeza, ahora! Preparándose el verdugo con aquella hacha que un día fue de Grimm, pronuncio unas palabras como era tradición “Nadie es más justo que dios, ni más piadoso que esta hacha”, (Grimm observándolo fijamente sorprendido y sin palabras, de algún modo sabia quien era aquel tipo enmascarado, puesto que conocía muy bien esas palabras),  después calculo trayectoria y con una fuerza indeleble acabo con aquella ejecución. Recogiendo el verdugo aquel cuerpo, con algunas lagrimas en los ojos, se dirigió no hacia aquel pozo maloliente y lleno de muertes, si no hacia su hogar, para enterrar a aquel cuerpo, que si antes fue su padre, ahora era tan solo un desconocido.  Al día siguiente ya no era aquel verdugo cuya gente se emocionaba al ver en la plaza para dar otro espectáculo, ahora era Wein, el joven que había perdido a sus padres con aquella hacha, que lo condenaba a una vida de muerte, aquel joven que se había convertido en nada más y nada menos que en” Wein Verdugo” 

martes, 8 de octubre de 2013

Aquel triste boulevard




Alla por el boulevard de los sueños,
en donde el amor es una mentira
y el sexo es el unico dueño.
En donde el problema eres tu
el aire que respiras, 
y tu voz que nunca calla.
Alla se encuentran muchas tumbas,
de personas liberales,
que hemos hido olvidando.
En donde la verdad se mide con dinero
las bocas, tu tiempo y tu paso
y hasta el mas sincero abrazo.
Alla, esta mas cerca de llegar aqui,
se a colado en pensamientos
y en las paginas de cuentos.
En la ropa que vestimos 
y hasta en lo que decimos
en algunos momentos.
Alla... por el boulevard de los sueños,
donde las decisiones se imponen,
Asi sin mas, asi sin menos.
En donde la posibilidad nunca llega
porque la oportunidad se ha marchado,
en busca de un mejor prado.
Alla se ha vuelto tan gris y mezquino,
en personas que manejan, 
ese triste boulevard,
por las noches de placer
y los dias de oro y miel
en el boulevard de los sueños,
Alla... 
donde te perdiste aller.

Poemas de calle por:
Carlos Jimenez.

domingo, 6 de octubre de 2013

Un ataque de curiosidad



Jean Hopsky

¿Cuál habrá sido la causa de la muerte? se preguntaba el doctor Jean Hopsky al empezar a examinar a unos cuantos cadáveres recientes en la morgue.
Refiriéndose a un  occiso en particular, como a un compañero de trabajo, empezó a hablar:
     “Entonces señor, dígame usted ¿Cómo fue que termino en esta mesa de metal?, ¡Vamos! No sea tímido, por favor hombre, hable de una vez o calle para siempre”.

A Hopsky le gustaba hablar con aquellos cuerpos inertes, parecía gustarle su trabajo y gustarle aun mas que no hablaran, ni respingaran sus diagnósticos. Era muy bueno en lo que hacía, eso era cierto, como también era cierto que no le gustaban las segundas opiniones, le daban a entender que de alguna forma su trabajo no había sido bien realizado y un “segundete”, haci le llamaba, tendría que venir a desvalorizar lo que ya había hecho.

     ¡Vamos hombre! que aquí todos estamos en confianza, solo usted y yo, bueno en realidad, también esos tres (cadáveres) de al lado que acaban de llegar hace unas horas, pero no te me pongas así, que los tres están sordos y solo hablaran en el remoto caso de que tuvieran algo interesante que decir.

 Jean Hopsky no pasaba aun los cincuenta años, no era atlético, pero se mantenía en forma, no una forma muy favorable que digamos, pero ahí estaba el hombre, todavía haciendo su trabajo. Le encantaba tanto su trabajo que a veces tenía que avisar a su esposa que ese día no llegaría a casa, si bien a esta le gustaba porque pasaba tiempo con su amante y compañero de copas “Christopher Barret”, el cual era todo lo contrario al obsesivo de su esposo. Jean tenía una rutina con los occisos que examinaba, no convencionales he de mencionar. Como ya bien he dicho, aparte de hablar con ellos, también le gustaba hacer otras cosas fuera de lo común, el tipo era todo un caso, primero les hacía una serie de preguntas, después disfrutaba ver como aquel bisturí increíblemente filoso se paseaba por la superficie del cuerpo del occiso, aparentemente los cortaba hasta que se cansaba de tanto jugueteo, empezaba a darse vueltas en aquella silla, les recitaba palabras de un libro llamado “El rojo de tus ojos”, tratando de hacer que la muerte pareciera en cierta forma sublime y decorosa:

     “Hoy ya es muy tarde para aquella luna, que en tu piel se esparcía como ninguna… diluyéndose ante ti esta el resplandor, que me hacia caer a lo más bajo de aquel amor… imponiéndose mi vida, imponiéndose el dolor, que tenía ciertas veces en aquella ocasión, escarbando una herida en las noches con fervor…  ya no tengo más que darte, porque todo se acabo” recitaba aquel hombre de una manera muy peculiar (Hopsky había llegado a adquirir cierto aire de poeta psicópata, puesto que de niño era muy reservado, gracias a las manías que tenía su madre para cuidarlo, haci que realmente le ponía interés a aquellas palabras dirigidas a los cuerpos di vagantes y desentendidos, en cierto modo para desligarse de su pasado).

En fin, después discutía con ellos, las teorías que tenia sobre el cómo iría a morir y si de algún modo pasaría por la misma mesa de metal, una y otra vez con cada occiso. Cabe mencionar que no había dormido en dos días, solía bañarse de vez en cuando, no en la morgue, si no en lapsos pequeños llendo a su casa y regresando para otra jornada laboral, pero siempre sin sospechar de aquella esposa, que a los ojos de Jean, era fiel y amorosa.

     “Trabajadores como Hopsky, son los que necesitamos, entregados en cuerpo y alma a su labor” decía su jefe, con cierto entusiasmo y carisma en su cara. El cual dos años más tarde, también pasaría por aquella mesa de metal, víctima de un robo en un aparcamiento de coches, en las afueras de su trabajo.

Jean Hopsky, hombre estadounidense con un gran apellido alemán, imponente doctor de inigualable esmero, al cual a esas alturas, ya no le hacía efecto alguno ninguna taza de café, puesto que ya había prolongado por más de dos días el dormir, se abatía ante aquellas ganas de descansar en un sueño profundo, tentador e inevitable.
Sin duda alguna sucumbió ante tal cansancio, la oficina del papeleo estaba más que dispuesta para ofrecerle un rato de descanso y seguridad mientras dormía, haci que se dirigió a ella, sin prisa, pero con tantas ganas de llegar. Es difícil el pensar que alguien pudiera trabajar a ciertas horas de la madrugada en una morgue, al menos para mí, me es difícil. Llegando a la puerta de su oficina, ya no pudo dar un paso más y cayó al suelo como piedra en el agua, hasta el fondo.
Tiempo más tarde, abrió los ojos y para su sorpresa, ya no se encontraba en aquella morgue, de la cual había hecho su casa, puesto que ahí pasaba la mayor parte del tiempo.
Se levanto con un dolor de cabeza, pero ahora estaba un poco descansado, ¿En dónde estoy? Se preguntaba con curiosidad y preocupación, ¿En dónde estoy? ¿En dónde estoy?, repetía.
Parecía una estación de tren subterránea, en el cual se encontraba sentado, enfrente del andén,  aquel hombre que tenía en la meza de metal de aquella morgue, vestía con una gabardina grisácea, una camisa desabotonada y unos pantalones cortos, con unos zapatos extremadamente bien cuidados, ciertamente no tenía una fachada de ser alguien importante, si no alguien misteriosamente mal vestido. Fumandose un cigarrillo, mientras parecía estar leyendo un libro en particular, el doctor jean lo reconoció enseguida, era aquel que le leía con tanto esmero “El rojo de tus ojos”, ¡Estoy soñando! ¡Estoy soñando! ¡Estoy soñando! Repetía una y otra vez, sorprendido de ver aquel suceso imposible y nada lógico…
De pronto escucha unas palabras salir de la boca de aquel cuerpo efímero, rebosante de vida y lleno de alevosía…

     ¡Señor!, al parecer está usted confundido, ¿Quiere saber porque no está soñando?… ¡Vamos! Conteste, no sea tímido, que aquí solo estamos usted y yo…