El cuarto de David
Desde hace dos semanas note que David se había puesto triste, en el desayuno
solo jugaba con la comida, casi no comía, le pregunte que le pasaba y me
contesto “ nada” , así que lo deje pasar por el momento. Si no me quería contar
ya encontraría la forma de que lo hiciera. A David antes le gustaba tocar mucho
el piano por las tardes, ahora solo miraba televisión por horas en aquel
sillón. ¡David! Le dije: hace días que no tocas el piano ¿Te pasa algo? — Me
pasa nada — me contesto y sonrió muy encarecidamente. Esa vez la volví a dejar
pasar. El fin de semana pasado le dije — ¡Oye! ¡David! Baja de tu habitación,
hoy yo invito el cine. Generalmente David me contestaba rápido, con un ¡Ya voy!
¡En un momento bajo! ¡Está bien!, pero esta vez ni siquiera se esforzó para
decir palabra alguna. Volví a decirle ¡David! ¡Anda, vamos! Veremos la película
que tú quieras. Al no contestarme presumí que se había ido a la cama temprano.
Y me dirigí a su cuarto para verificar, hace tiempo que no entraba en aquella
habitación, solo le ordenaba a David que la limpiara y ahí acababa mi deber. Al
acercarme escuche la voz y los pasos de alguien más, voz que no había reconocido
en ese instante. Al abrir la puerta me encontré con un mundo que no conocía. Di
algunos pasos, asombrado de lo que estaba viendo. No era la habitación de David, aquello era el principio
de un bosque, intente dar la vuelta para salir de ahí, porque me parecía una
completa locura, pero la puerta por la cual había entrado ya no existía. Tenía
que buscar a David inmediatamente, en ese momento escuche claramente la voz de
alguien.
— ¡Oye!
¡Quítate de encima! No ves que soy una piedra sensible. — ¿Una piedra que
habla? Dije asombrado — ¡Que acaso no habías visto una nunca! — Si pero jamás
una que hablara. ¡Increíble! — Pues te tengo noticias amigo, aquí todos hablan,
desde las piedras hasta los animales, así que si piensas en hacer daño a
alguien te la veras con ¡El gran David! — No te preocupes yo solo estoy
buscando a una persona. ¿El gran David dices? Y tu ¿Sabes dónde puedo encontrar
a el gran David? — Claro, en este momento se encuentra en el monte de los
recuerdos. — Y ¿Cómo llego hasta ahí? ¿Podrías guiarme? ¡Por favor! — Está
bien, no es como si tuviera cosas importantes que hacer, pero me tendrás que
llevar arriba en tu cabeza, parece algo cómodo.
—
Esto es una locura, no puedo creer que mis planes de ir al cine se hayan
convertido en una excursión por el bosque para encontrar a David y aun mas que
este siendo guiado por una piedra, que aparte de hablar, canta.
“Las
piedras rodando se encuentran,
Y tú
y yo algún día nos habremos de encontrar,
Mientras
tanto cuídate y que te bendiga dios,
No
hagas nada malo que no hiciera yo “
(Canción:
El tri – Piedras rodantes)
Cantaba
aquella piedra tan despreocupada de que se me ocurriera dejarla en cualquier
lugar y seguir solo.
En
fin caminando por el bosque me encontré aquel árbol que solía visitar con la
mama de David, cuando el apenas era solo un bebe. Lo habrían cortado tiempo
después para construir un edificio industrial, lamentablemente. Me acerque un
poco y me di cuenta de que en el estaban grabadas unas palabras que yo conocía
muy bien, el nombre por el que su mama lo llamaba cuando era bebe “Mi pequeño
gigante “. Jamás se lo había dicho ha David, después de que su mama falleciera.
En lo alto del árbol se escuchaba el silbido de varios pájaros que rompiendo la
armonía de su canto, ya que empezaron a volar gritando unos con otros “Ya viene”… ya
viene… ya viene, el sonido del eco se oía por todo el bosque. La piedra que
llevaba en la cabeza había desaparecido, como también las palabras en aquel
árbol. El viento se movía a prisa, las hojas de los arboles sonaban como
cascabeles enjaulados. En ese instante mire que venía corriendo hacia mí un
enorme jaguar dorado, increíblemente conocido también como “Ru“. Lo sabía
porque yo le había puesto ese nombre, tiempo atrás cuando David cumplió tres
años. Inmediatamente me aparte pensando que me tiraría si no lo hacía, pero se
paro enfrente de mí y me dijo, “Sube a mi espalda, si te quedas desaparecerás
con todos los demás “, no me quedo otra opción que hacerle caso, puesto que el
bosque atrás de nosotros estaba esfumándose como fantasma. Y ahí iba yo, a toda
prisa, en la espalda de un jaguar. Después de un rato le pregunte.
— ¿Sabes cómo llegar al monte de los recuerdos? Estoy
buscando a el gran David, sería de gran ayuda si me lo podrías decir o guiarme
hasta ahí.
—
El monte de los recuerdos acaba de desaparecer, junto con
la mitad del bosque del olvido, el gran David se encuentra ahora mismo en el
rio de las promesas, te puedo guiar si quieres, pero es un viaje largo,
realmente largo.
—
Te lo agradecería demasiado Ru, ese es tu nombre ¿Cierto?
—
¿Quién te lo ha dicho?
—
Te sorprendería saber quién te lo puso.
Saliendo
de aquel bosque, nos encontramos con el principio de unas ruinas, que parecían
extensas en ese momento.
—
¿Qué es este lugar Ru? Le pregunte.
—
Aquí son exiliadas las promesas que no se cumplen, las
palabras y los recuerdos que hieren. Aquí nacen y aquí mueren. A este lugar le
llaman “La cárcel de las heridas “. Hace poco se liberaron algunos recuerdos,
no se por cual motivo, pero no debieron de haber salido. Ahora todo esto es un
caos. Desde entonces el gran David ha estado ocupado con un recuerdo vagamente.
No tiene forma, ni siquiera nombre, pero para el significa mucho más que
cualquier cosa. Y tu ¿Por qué lo estas buscando?
—
Porque me preocupa el hecho de que ni siquiera el sepa en
donde se encuentra. De que se pierda y ya no lo vuelva a ver. Espera Ru
¡Para!...
—
¿Qué pasa?
—
Hacia donde lleva ese camino que acabas de pasar.
—
Hay caminos que ni siquiera yo conozco, ¿Acaso tu ya has
estado aquí anteriormente?
—
No, es solo que me pareció algo conocido.
—
Ya casi llegamos a el gran cañón de la fantasía, una vez
que estemos ahí podrás ver a lo lejos el rio de las promesas en donde se
encuentra el gran David, solo tendrás dos opciones, esperar a Sara el águila o
bajar el cañón por ti mismo.
—
¿Por que me dices esto? Acaso ¿No iras conmigo?...
—
No se me permite avanzar más allá.
Ya
había pasado cierto tiempo desde que entre en el cuarto de David y mi reloj no
avanzaba y por alguna extraña razón el camino atrás de mí desaparecía. Jamás
creí que podría volver, tenía la esperanza de que tal vez me encontraría una
salida más adelante. Ru parecía estar cansándose de llevarme en su espalda, así
que cuando le pregunte que si necesitaba descansar, dio un salto enorme y de
repente, ahí estaba, enfrente de nosotros, el gran cañón. Me baje de Ru de
inmediato para observar el paisaje, la vista era increíble, a lo lejos se
podían ver las montañas, el final del bosque y el comienzo del rio, mas allá se
podían mirar algunas islas y el océano tan resplandeciente e infinito, era algo
realmente hermoso. Cuando voltee para darle las gracias a Ru, este ya se había
marchado. Mi meta todavía estaba muy lejos, aun tenía que pasar por varios
lugares y el gran cañón parecía ponerme en un serio dilema, ya que al parecer
no tenía ni idea de cómo cruzarlo. En ese momento, así de improviso, dos
pequeños topos salieron de la tierra, elevando un poco mi pie derecho y de
repente me empezaron a hablar.
—
Mira. Mira. ¿Quién es? ¿Quién es? Lo conozco. Lo conozco.
Ru lo trajo. Ru lo trajo.
— ¿Quiénes son ustedes? Les pregunte. Me parecen conocidos.
Acaso no son los topos que David me dijo que le comprara en el zoológico, ¿Cómo
es posible que estén aquí? ¿Ustedes me podrían ayudar a cruzar el cañón?
—
Cañón se pasa volando. Cañón se pasa volando. No tiene alas. No tiene alas. El águila
ayuda. El águila ayuda.
—
¿Acaso hablan de Sara el águila?
—
Ya viene. Ya viene. Ya viene. Ya viene.
—
¿Quién viene?
En
cuanto pregunte, aquellos topos se sumergieron con gran rapidez debajo de la
tierra y no volvieron a salir. En el cielo se escucho el grito de una
gigantesca águila. No tenía a donde correr, ni donde esconderme. Las dos
opciones que Ru me había dicho que iba a tener eran ciertas, no sabía si
aquella águila me devoraría o si sería una guía más hacia David. Cerré los ojos
y preferí caer por el cañón. El águila ya me había mirado, en caso de que fuera
a ayudarme me llevaría con ella como lo hizo Ru, si fuera a devorarme me
despedazaría en el aire con sus garras. Una vez que brinque, al momento sentí
caer sobre algo, era un águila, pero a esa águila yo ya la conocía no por el
nombre de Sara, si no por el nombre que David le puso al ver que se miraba muy
triste enjaulada en aquel zoológico, esa águila era Lola. Desde ese momento
supe el lugar en donde me encontraba, supe que me había sumergido en la imaginación de un niño de tan solo cinco años, mi hijo, David.
UN VIAJE IMAGINARIO: El CUARTO DE DAVID
UN VIAJE IMAGINARIO: EL VIGILANTE DEL BOSQUE.
UN VIAJE IMAGINARIO: ALCANZANDO A DAVID.
UN VIAJE IMAGINARIO: El CUARTO DE DAVID
UN VIAJE IMAGINARIO: DESPUES DE EL GRAN VIAJE.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario